Hasta una infección vírica por semana. Así de tajantes son algunos datos relativos al aumento de enfermedades en los niños cuando van a la guardería. Esto hace que la mayoría de padres esperen con temor el inicio del curso escolar ras un periodo de vacaciones en el que, quizá ayudados por un mayor tiempo de ocio y las buenas temperaturas, los más pequeños de la casa no se ponen tanto enfermos.
La mayoría de enfermedades son comunes y aparecen y desaparecen por si mismas, con poco riesgo de complicaciones si se detectan a tiempo. El único problema cuando se trata de un virus es que, al estar junto a otros niños, es más fácil su transmisión.
Hacemos un repaso a las infecciones y enfermedades de guardería más frecuentes, analizando sus síntomas y ofreciendo unas pautas para combatirlas y calmar las preocupaciones de los padres, sobre todo los más primerizos.
Aunque cada niño tiene un sistema inmunológico diferente y en cada entorno pueden aparecer diferentes tipos de virus, lo importante es que los padres sepan ver que su hijo está empezando a incubarlo y acudir a las mejores manos médicas en cuanto vean los primeros síntomas.
1. Catarro y Faringitis aguda:
Son las dos infecciones de vías aéreas superiores más frecuentes. Los síntomas del catarro común son fiebre, mocos y congestión nasal, de carácter leve, aunque se acentúa la sensación de dificultad respiratoria en los más pequeños.
Puede disminuir el apetito y aparecen vómitos y, en el caso de la faringitis, dolor de garganta y tos asociada a secreciones.
No tienen tratamiento específico y desaparecen en cuestión de días. Se pueden usar antitérmicos para controlar la fiebre y reducir el malestar general. Sin embargo, no siempre se recomienda el uso de mucolíticos o expectorantes, pues no están exentos de efectos secundarios, siendo el médico quién valorará su conveniencia en cada caso. Asimismo, no se recomienda el uso de antitusivos, pues la tos es un mecanismo de defensa del cuerpo necesario para limpiar las secreciones de la vía aérea.
2. Infecciones de Oído:
La otitis es una inflamación del oído medio, habitualmente derivada de un cuadro infeccioso respiratorio previo, por acúmulo de secreciones mucosas. Los niños son más vulnerables a esta infección por las características particulares de sus trompas de Eustaquio, más cortas, horizontales y anchas.
Además de los mocos en las fosas nasales, los ruidos en garganta que éstos provocan y la tos, la otitis puede presentar, asociado o no a fiebre, un dolor de oídos que habitualmente es mayor cuando el niño está tumbado.
En muchos casos esta infección tiene resolución espontánea en 2-3 días con un tratamiento de gotas óticas con antiinflamatorios, que ayudarán a bajar la inflamación del tímpano y los tejidos circundantes para que el moco pueda salir. Si lo considera el pediatra, en determinados casos puede recetarse tratamiento antibiótico.
3. Conjuntivitis:
Inflamación de la conjuntiva, la membrana que envuelve el ojo por la zona esclara (parte blanca del ojo) y el párpado por dentro. Es una infección frecuente en edades tempranas que se produce por irritación, ya sea por alergia o por infección. La irritación produce rojez y el ojo aumenta la producción de lágrima como mecanismo de limpieza.
Cuando las lágrimas se sobreinfectan aparecen las legañas, lo que agrava la sensación de “arenilla”, y un dolor leve, que suele sentirse como si fuera picor.
Su tratamiento requiere generalmente menos de una semana de antibiótico en colirio, hasta que el niño amanece al menos 2 días consecutivos sin secreciones y con los ojos normales.
4. Herpangina y enfermedad “mano-pie-boca”:
Es una infección muy común en edades tempranas caracterizada por la aparición de puntitos rojos en la parte posterior de la boca, que se convierten posteriormente en pequeñas llagas o úlceras que pueden ser dolorosas. La enfermedad “mano-pie-boca” causa los mismos síntomas también en las manos y los pies. Los puntos pueden aparecer también en la zona del pañal. Ambas enfermedades están causadas por el mismo virus y pueden cursar fiebre, dolor de garganta y malestar general durante varios días antes de la aparición de los puntos en la boca.
No existe un tratamiento contra este virus, que se propaga por contacto o respiración. Los puntos y úlceras desaparecen por sí solos en 10 días. Tienen un periodo de incubación de 3 a 6 días durante el cual un niño puede contagiar a otro aun sin mostrar siquiera los primeros síntomas.
Se pueden administrar antitérmicos para aliviar la fiebre y el dolor. Es básico una buena higiene para evitar la propagación, así como mantener al niño bien hidratado.
5. Gastroenteritis:
Es bastante frecuente entre los niños de guardería y en los primeros años de escuela, si bien la más habitual es la provocada por el rotavirus, contra el que ya existe vacunación. Se manifiesta con presencia de diarrea, vómitos, fiebre, dolor abdominal, y con la presencia de sangre y mocos en muchos casos. Resulta fácil su transmisión por vía fecal-oral en los cambios de pañal o cuando los niños se limpian, por ello es necesario extremar las medidas de higiene, ya que si se tocan otros utensilios se producirá el contagio por vía digestiva.
El tratamiento pasa por una buena hidratación y una dieta astringente (el niño no debe dejar de comer), siendo recomendable el uso de antibiótico solamente en el caso de que el cuadro sintomático no mejore. Los probióticos son un aliado muy eficaz en estos casos para aumentar la flora bacteriana buena para el niño y disminuir los gérmenes más patógenos.
6. Roséola o la “sexta enfermedad”:
A la enfermedad de la Roseola o exantema súbito, también se le llama la “sexta enfermedad” porque se descubrió después de las otras cinco enfermedades exantémicas más conocidas: sarampión, escarlatina, rubéola, varicela y megaloeritema. El cuadro empieza con fiebre muy alta (puede alcanzar los 40,5 grados) unos días antes de que aparezca una erupción cutánea que comienza en el tronco y se extiende a las extremidades.
La erupción, de pequeños puntitos rosados que no pican, durará entre 3 y 7 días, durante los cuales la fiebre va disminuyendo de intensidad. El niño puede, además, tener bastante mucosidad nasal, dolor de garganta y enrojecimiento de ojos. No existe tratamiento específico y la enfermedad finaliza, por lo general, por sí sola sin complicaciones. La fiebre, aunque es alta, responde bien a los antitérmicos.